Amamantar es mucho más que nutrición porque involucra la interacción profunda entre la madre y el hijo, con repercusiones en el estado nutricional del niño, en su habilidad de defenderse de infecciones y en su desarrollo. Dar de mamar es la mejor protección que se le puede dar a un niño contra las enfermedades.
Durante los primeros seis meses de vida, los niños deben ser alimentados exclusivamente con leche materna y luego continuar con la lactancia materna hasta los dos años o más, además de recibir otros alimentos recomendados para la edad.
La familia, la comunidad y la sociedad en general debe informarse, involucrarse e implementar acciones para proteger, promover y apoyar la lactancia materna que ayuda a garantizar la supervivencia y el bienestar de la niñez.
En Paraguay, por la ley 5508/15, se celebra la Semana Nacional de la Lactancia Materna durante la segunda semana de agosto. La leche materna es esencial para el desarrollo del bebé, ya que proporciona los nutrientes y el agua necesarios, además de facilitar el apego entre madre e hijo.
La ley garantiza permisos de maternidad, lactancia y otros derechos para las trabajadoras, respaldando su capacidad para cuidar de sus hijos. Además, este compromiso está alineado con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 3, “Salud y Bienestar”, que busca asegurar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la lactancia materna ofrece los siguientes beneficios para la salud del bebé:
- La lactancia materna contribuye a prevenir el sobrepeso y la diabetes tipo 2 en la infancia: prolongar la lactancia materna reduce el riesgo de sobrepeso y obesidad en un 13%, ayudando a combatir enfermedades no transmisibles relacionadas con la obesidad. Además, disminuye en un 35% el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
- La lactancia materna protege contra la leucemia en la niñez: amamantar durante seis meses o más se asocia con una reducción del 19% en el riesgo de desarrollar leucemia infantil, en comparación con períodos más cortos de lactancia o la ausencia de esta.
- La lactancia materna protege contra el síndrome de muerte súbita infantil: los bebés amamantados tienen un 60% menos riesgo de morir por este síndrome en comparación con los que no son amamantados. El efecto protector es aún más significativo en los infantes que reciben lactancia materna exclusiva.
- La lactancia materna fomenta el apego: el vínculo entre madre e hijo se fortalece cuando las madres interactúan con sus hijos mientras los amamantan. Períodos más prolongados de lactancia materna están asociados con una mayor sensibilidad materna y con la seguridad emocional que el apego genera.
- Las políticas que respaldan la lactancia materna en los lugares de trabajo benefician a las empresas: estas políticas incrementan la retención de empleados, mejoran el rendimiento, fomentan la lealtad, aumentan la productividad y fortalecen el espíritu de equipo.
- La lactancia materna mejora la inteligencia de los bebés: los adultos que fueron amamantados en su infancia presentan 3,4 puntos más en los indicadores de desarrollo cognitivo. Este aumento en el desarrollo cognitivo se traduce en más años de escolaridad.
- La leche materna es más que nutrición: además de proporcionar una nutrición ideal y protección contra infecciones y mortalidad, los componentes de la leche materna probablemente influyen en la programación epigenética durante un período crucial, cuando la expresión de los genes se está estableciendo para el resto de la vida.
Por si fuera poco, además de los beneficios para la salud del bebé, la lactancia materna también favorece la salud de las mamás. Las mujeres que amamantan tienen un 32% menos riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, un 26% menos riesgo de cáncer de mama y un 37% menos riesgo de cáncer de ovario, en comparación con aquellas que no amamantan o que lo hacen por menos tiempo.